Una Buena Muerte

Archpriest John Moses

 

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Tengo esta memoria perdurable. Cuando era joven, me fascinaba una historia de las noticias acerca de un hombre condenado a muerte. Yo era bastante joven que el pensamiento de saber el momento de su muerte era algo nuevo para mí y me llenó de pavor.

La historia seguía hasta el momento de su electrocución. Entrevisaban con frecuencia al hombre condenado para intentar a entender sus temores y ansiedades mientras se acercaba el día. Con frecuencia le preguntaban si se arrepentía de lo que había hecho. Era tan aterrador como fascinante.

Desde entonces, he leído muchas historias o veído películas en las que la muerte se acerca a una persona, a un pueblo, a un país, o al mundo. Siempre me interesa ver si tal amenaza se enfrenta con coraje o con temor y ansiedad. En literatura la idea de —una buena muerte— eventualmente se desarrolló. La persona en peligro de muerte estaría rodeado por su familia, amigos, y colegas. Aunque se estaba cayendo hacia la muerte, la persona diría unas palabras finales de sabiduría y consuelo a su familia sufriendo y entonces se dormiría en paz.

Mientras todos nosotros esperamos una buena muerte (sin dolor ni culpa), la medicina moderna la ha hecho muy difícil de lograr. He tenido el privilegio de estar con unas personas enfrentando el momento de su muerte. Más veces que no, estaban en un sueño crepuscular o en un coma inducido por drogas. Con frecuencia, una decisión tenía que ser hecha de terminar tratamientos y apagar las máquinas que las mantenían vivas. Así que no eran abrazos finales ni besos intercambiados tampoco ningunas palabras de consuelo ni sabiduría se decían.

Empezando en el 15 capítulo del Evangelio de Juan, Jesús se enfrenta el momento de Su muerte y vemos de verdad lo que es una buena muerte. Cristo enseña a Sus discípulos y ora por ellos y por todo el mundo. Él dice palabras de consuelo cuando Él dice que siempre estará con nosotros.

—Alza Sus ojos al cielo— y ora que todos nosotros pudieramos saber la alegría y éxtasis de unión con Cristo y unión con el Padre. Debemos saber el nombre del Padre y esto no es nada pequeño porque el nombre es más que un título. Expresa la carácter del Dios eterno. Él nos enseña que vida eterna no es algo que solo nos espera en el futuro. Vida eterna es ahora: —Y esto es vida eterna, que ellos Te conozcan, el único Dios verdadero, y a Jesucristo quien Tú has enviado.— Él habla de alegría, alegría verdadera, que Él quiere estar con nosotros siempre mientras vivimos en la unidad de la Iglesia. Finalmente, Él pide que donde Él esté, que nosotros siempre estémos con Él.

¡Que buena muerte! Aunque Él estaba enfrentando tortura, muerte, y traición, Él no lo enfrenta con temor, ansiedad, ni pavor, sino con oración.

Ahora, tengo que preguntarme a mí mismo, ¿estoy preparado para una buena muerte? Pues, para los Ortodoxos, la idea de una buena muerte es muy diferente que la idea del mundo. Para nosotros, una buena muerte tiene que ver con arrepentimiento. Siempre he estado asombrado por las historias de los Santos quienes, a pesar de haber logrado unión con Dios, aun se arrepentían en el momento de sus muertes. ¿Se arrepentieron por temor o pavor? No, se arrepentieron por la belleza y alegría que habían perdido, y tenían un sentido de la belleza y alegría que iban a aceptar, una belleza que a pesar de su piedad, sabían que no estaban dignos de contemplar. En Sus últimos momentos, Jesús dijo que íbamos a contemplar la gloria que había estado con Él desde la creación del mundo. Tal gloria, tal belleza, llevará a todo el mundo a sus rodillas en arrepentimiento algún día. Puedes depender de eso.

Oro por una buena muerte, sin dolor, sin culpa, en paz, y una buena defensa ante el juicio de Cristo. Que mis últimas palabras no sean de temor, pesar, ni ansiedad. Que sea de arrepentimiento. Eso será una buena muerte, ya lo creo.

 

Fuente: russian-faith.com

 

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