Un entendimiento ortodoxo de la Inmaculada Concepción

El siguiente extracto de La veneración ortodoxa de la Madre de Dios, escrito por nuestro Santo moderno del día San Juan Maximovich, arzobispo de Shangai y San Francisco, es una respuesta cristiana ortodoxa a la creencia católica romana de la Inmaculada Concepción de la Virgen María

 

El siguiente extracto de La veneración ortodoxa de la Madre de Dios, escrito por nuestro Santo moderno del día San Juan Maximovich, arzobispo de Shangai y San Francisco, es una respuesta cristiana ortodoxa a la creencia católica romana de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. La Inmaculada Concepción, es la creencia de que la Madre de Dios fue concebida y nacida sin pecado, que fue declarada dogma de la Iglesia Católica por el Papa Pío lX el 8 de diciembre de 1854. La fiesta de la Inmaculada Concepción es un día santo, obligatorio para los católicos romanos.

Los cristianos ortodoxos, por otro lado, no se suscriben a la Inmaculada Concepción. Por lo tanto, tampoco tenemos una celebración para esto. Nosotros tenemos, sin embargo, una importante celebración al día siguiente, el 9 de diciembre, en la cual celebramos la Concepción de la Theotokos por Santa Ana. Hay una diferencia profunda para los cristianos ortodoxos.

Lo que comparto aquí de San Juan, no es con la intención de insultar, discriminar, crear odio o ninguna cosa por el estilo. Solo quiero clarificar algunas cosas. San Juan reposó en 1966 y es considerado uno de los grandes santos ortodoxos del siglo XX. Su escrito solamente clarifica la postura ortodoxa, la cual no es igual que la católico romana. Si algo suena un poco duro por lo que dice, quisiera mencionar dos cosas. Primero, San Juan cita en su libro a santos católicos romanos para ayudar a explicar la posición ortodoxa: Tomas de Aquino y Bernardo de Claraval. Aquino y Bernardo no son santos para la Iglesia Ortodoxa, pero ellos fueron pilares de la Iglesia Católica Romana durante el período medieval. De todas maneras, ambos, Aquino y Bernardo de Claraval, rechazaron tajantemente la enseñanza de la Inmaculada Concepción, viendo esto como algo ajeno a las creencias de la Iglesia antigua. Segundo, San Juan Maximovich no fue un fanático lleno de odio con ánimos de herir a la gente. De hecho, él  fue obispo en París por cierto período de tiempo y fue amado incluso por los católicos romanos franceses. Incluso, hubo clero católico en ese tiempo que animaba a su rebaño a mirar a San Juan como un santo viviente entre ellos.

Nosotros los ortodoxos, creemos que la Panagia fue concebida, y nació en un estado de pecado, ya que era un ser humano justo como el resto de nosotros. Solo Cristo estuvo libre de pecado. No obstante, nosotros veneramos mucho a la Panagia. Ella es la más santa de todos los santos y es como un miembro de nuestras familias. Creemos que la Panagia no cometió pecados personales.  Creemos que a través tanto de la Gracia de Dios, como de su libre cooperación con la Gracia de Dios (ambas juntas), ella no cometió pecado alguno. Creemos que superó todas las tentaciones del pecado, y por eso mismo permaneció siempre pura, incluso en su mente y su alma. Hay una sinergia, una cooperación entre Dios y la Panagia. Ella  hace uso de su libre albedrío para responder a Dios.

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(1) La enseñanza de la total ausencia de pecado de la Madre de Dios no se corresponde con la Sagrada Escritura, donde es mencionada repetidamente la ausencia del pecado del ‘Único mediador entre Dios y el hombre, el hombre Jesucristo” ( 1 Tim. 2:5); “Y en el no hay pecado” (1 John 3:5); “quien no pecó ni se halló pecado en su boca”. (1 Pedro 2:22); “Uno que había sido tentado en la misma forma que nosotros, y, sin embargo, sin pecado”. (Heb. 4:15); “Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios”. (ll Cor. 5:21). Pero en lo que respecta al resto de los hombres, se ha dicho: ”¿quién está libre de deshonra?” Ninguno que haya vivido un solo día en el mundo (Job 14:4). “Mas Dios encarece su caridad para con nosotros, en que siendo aún pecadores, el Cristo murió por nosotros. Luego mucho más ahora, justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, ya reconciliados, seremos salvos por su vida.”. (Rom. 5:8-10).

(2) Esta enseñanza también contradice la Sagrada Tradición, la cual es contenida en numerosos escritos patrísticos, donde es exaltada la santidad de la Virgen desde su mismísimo nacimiento, así como su purificación por el Espíritu Santo al momento de la concepción de Cristo; pero no al momento de su misma concepción por Ana. “No hay nadie sin mancha ante ti, incluso aunque su vida durase solo un día, salvo tú solo, Jesucristo nuestro Dios, que apareciste en el mundo sin pecado y a través de Quien todos confiamos obtener misericordia y la remisión de los pecados”. (San Basilio el Grande, Tercera oración de las Vísperas de Pentecostés). “Pero cuando Cristo vino a través de una pura, virginal, soltera, temerosa de Dios e inmaculada Madre; sin matrimonio ni padre, y por cuanto le pareció bien nacer, Él purifico la naturaleza femenina, rechazó la amarga Eva y anuló las leyes de la carne”. (San Gregorio el Teólogo, “En alabanza de la Virginidad”). Sea como sea, incluso cuando se hable como San Basilio el Grande y Juan Crisóstomo, ella no fue puesta en un estado en que fuera incapaz de pecar, sino que continuó procurando su salvación y superó todas las tentaciones (San Juan Crisóstomo, Comentario sobre Juan, Homilía 85; San Basilio el Grande, epístola 160).

(3) La enseñanza de que la Madre de Dios fue purificada antes de su nacimiento, para que de Ella pudiera nacer el Cristo Puro, no tiene sentido, ya que si el Cristo Puro podía nacer solo si la Virgen había nacido pura, sería necesario que sus parientes también fueran puros del pecado original, y ellos de nuevo, tendrían que haber nacido de padres purificados, y siguiendo de está manera, uno tendría que llegar a la conclusión de que Cristo no pudo haberse encarnado a menos que todos sus ancestros carnales, hasta Adán incluido, habían sido purificados de antemano del pecado original. Pero entonces, no habría habido ninguna necesidad de que la Encarnación de Cristo ocurriese, ya que Cristo bajó a la tierra para aniquilar el pecado.

(4) La enseñanza de que la Madre de Dios fue preservada del Pecado original, al igual que la enseñanza de que ella fue preservada por la Gracia de Dios de pecados personales, hace a Dios inmisericorde e injusto, porque si Dios podía preservar a María del pecado y purificarlos antes de Su nacimiento, ¿por qué Él no purifica a otros hombres desde su nacimiento, sino que más bien los deja en pecado? De esto se sigue igualmente, que Dios salva a los hombres independientemente de su voluntad, predestinando a algunos a ser salvos antes de su nacimiento.

(5) Esta enseñanza, la cual parece que tiene como objetivo exaltar a la Madre de Dios, en realidad, niega todas sus virtudes. Después de todo, si María, incluso en el vientre de Su madre, cuando Ella no podía ni siquiera desear nada ya sea malo ya sea bueno, fue preservada por la Gracia de Dios de toda impureza, y luego, fue preservada de todo pecado después de su nacimiento, entonces, ¿en qué consiste Su mérito? Si ella podía ser puesta en una condición tal que no pudiera pecar, y no pecó, ¿entonces para qué Dios La glorificó? Si Ella, sin ningún esfuerzo, y sin tener ningún tipo de impulsos para pecar permaneció pura, ¿entonces por qué Ella fue coronada más que cualquier otro? No hay victoria sin ningún adversario.

La rectitud y santidad de la Virgen María fue manifestada en el hecho de que Ella siendo un “humano con pasiones como nosotros” amó tanto a Dios, y se dio a Sí misma a Él, de tal manera que por Su pureza Ella fue exaltada por encima del resto de la humanidad. Por esto, siendo de antemano escogida, Ella fue concebida  para ser purificada por el Espíritu Santo que vino sobre Ella, y para concebirlo a Él, el Salvador del Mundo. La enseñanza de la gracia dada sin pecado de la Virgen María, niega Su victoria sobre las tentaciones; pasa de ser victoriosa y por ello digna de ser coronada con coronas de gloria, a un ciego instrumento de la Providencia de Dios.

No es una exaltación o una gloria más grande; sino un menosprecio para Ella, este “regalo” que Le fue dado por el Papa Pío lX y por todos aquellos que piensan que ellos pueden glorificar a la Madre de Dios buscando nuevas verdades. La Santísima María ha sido glorificada enormemente por Dios mismo… tan exaltada es Su vida en la Tierra y Su gloria en el Cielo, que invenciones humanas no pueden añadir nada a Su honor y gloria. Lo que la gente inventa por sí misma solo obscurece Su rostro ante sus ojos. “Rebaño, mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según el Cristo”, escribió el apóstol Pablo mediante el Espíritu Santo (Col. 2:8).

Tal “vana sutileza” es la enseñanza de la Inmaculada Concepción por Ana de la Virgen María, que a primera vista La exalta, pero de hecho La menosprecia. Como cada mentira, se trata de la semilla de el “padre de la mentiras” (Jn. 8:44) el diablo, quien ha tenido éxito engañando a muchos que no entienden que blasfeman a la Virgen María. Junto con esta enseñanza, también debería ser rechazada toda otra enseñanza que provenga de ella o le sea afín. El esfuerzo de exaltar a la Santísima Virgen en igualdad con Cristo, atribuyendo a Sus torturas maternales en la Cruz una significancia equivalente a la de los sufrimientos de Cristo, y así el Redentor y la “Corredentora” sufrieron igualmente, de acuerdo a la enseñanza de los papistas, o que “la naturaleza humana de la Madre de Dios en el cielo, junto con el Dios-Hombre revelan la imagen completa del hombre” (presbítero S. Bulgakov El arbusto sin quemar, p. 142)- es igualmente una cama sutileza y una seducción de la filosofía. En Cristo Jesús, no hay hombre ni mujer (Gal. 3:39), y Cristo ha redimido a toda la raza humana; entonces, en Su resurrección hizo que “Adán danza de alegría y Eva se regocija” (Kontaquio del domingo de los primeros y terceros tonos), y por Su ascensión el Señora levantó toda la naturaleza humana.

De la misma manera que la Madre de Dios es un “complemento de la Santa Trinidad” o una “ cuarta hipóstasis”; así “el Hijo y la Madre son la revelación del Padre a través de la segunda y la tercera hipóstasis”; que la Virgen María es una “creatura, pero también no más una creatura” -todo esto es un fruto vano, falsa sabiduría que no está satisfecha con lo que la Iglesia ha sostenido desde el tiempo de los Apóstoles, sino que se esfuerza en glorificar a la Santa Virgen más de lo que Dios La ha glorificado.

Así se cumplen las palabras de San Epifanio de Ciprus: “Ciertos obtusos, en sus opiniones sobre la Siempre Santa Virgen, se han esforzado y se esfuerzan en ponerla en el lugar de Dios” (San Epifanio, (“Contra los Antidikomarionitas”). Pero, lo que es ofrecido sin sentido alguno a la Virgen María, en lugar de alabarla, la blasfema; y el Todo y Único Inmaculado rechaza la mentira, siendo la Madre de la Verdad (Jn. 14:6).

 

Fuente: russian-faith.com

 

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