Tres palabras que demuestran que Dios existe

Todos los problemas principales y difíciles han sido resueltos, las ataduras de la oscuridad y la tristeza han sido destruídas…

 

 

Para darnos cuenta de cuán profundamente ha penetrado en los hombres el hecho de la Resurrección de Cristo, es suficiente con relatar lo siguiente:

Cierto individuo, encargado de “liquidar los asuntos” de Dios en el mundo, sostiene, frente a una numerosa concurrencia, un brillante discurso de algunas horas, “demostrando”, imagínense, que Dios no existe. Y, encantado con su propia alocución y de las fundamentadas “pruebas” aducidas, quiere dar otro motivo. Así, convoca, a quien pueda rebatirle, a que suba al estrado y exponga sus razones durante cinco minutos. De entre la multitud aparece un sacerdote de rostro humilde, pero conocedor de los hombres y con la llama de la fe en su corazón.

¡Atención, que no tienes más que cinco minutos!

Me parece demasiado, responde el sacerdote, subiendo los peldaños del entarimado.

Ya en el estrado, a sus oídos llega el runrún de la gente. Después, comienza su breve exposición:

Hermanos… ¡Cristo ha resucitado!

Y toda la sala responde:

¡En verdad ha resucitado!

Lo que sigue no me interesa. El hecho comprueba lo esencial: en lo profundo del hombre hay una reacción esencial ante la negación, ante la muerte.

¡Cristo ha resucitado!” significa: ¡Dios existe verdaderamente!

¡Cristo ha resucitado!” significa: ¡En verdad existe un mundo celestial, como mundo real y eterno!

¡Cristo ha resucitado!” significa: ¡Todas las buenas esperanzas de la humanidad están justificadas!

Todos los problemas principales y difíciles han sido resueltos, las ataduras de la oscuridad y la tristeza han sido destruídas, porque… “¡Cristo ha resucitado!”.

 

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