Por qué Dios da el regalo de sufrimiento

No somos destrozados por sufrimientos. Más bien, somos destrozados por placer. Esto es por qué Dios nos da buenos regalos – regalos como enfermedades, la muerte, cáncer, y coronavirus. Regalos como problemas de salud, problemas con dinero, y la pérdida de seres queridos…sufrimiento nos recuerda dejar de poner confianza en este mundo y empezar a confiar en Cristo…

En el Evangelio de hoy, Jesús da una parábola sobre la salvación y una invitación a un banquete en el Cielo. En vez de estar agradecidos, muchos de los invitados hicieron excusas y se negaron venir al banquete. (Lucas 14:16-24)

Un hombre dijo, —Yo compré un terreno y necesito ir para mirarlo.— Otro invitado dijo, —Compré cinco bueyes y necesito trabajar con ellos.— Otro dijo, —Acabo de casarme y no puedo venir.—

Según San Theophylact, estas tres excusas representan la sabiduría, preocupaciones, y placeres del mundo y de esta vida presente:

El hombre quien mira su terreno en lugar de asistir al banquete es él que sólo cree en lo que puede ver. Él quiere saber de ciencia pero no quiere conocer al Dios Quien creyó la ciencia. Él estudia cuidadosamente la naturaleza pero se niega estar en íntima comunión con el Dios Quien creyó la naturaleza.

La persona que trabaja con los cinco bueyes en lugar de asistir al banquete es él quien está esclavizado a sus cinco sentidos. A esta persona sólo se interesa hacer trabajo que tiene que ver con la Tierra y con este mundo presente. El suelo está duro y él lo ara con los bueyes, preparándolo para sembrar y cosechar. Su corazón también está duro pero no lo ara, preparándolo para arrepentimiento y salvación.

Él quien no viene al banquete por su esposa es un hombre quien ama placer más que ama a Dios. Él ha centrado su atención tanto en placeres que se ha olvidado del Dios Quien creyó todos los placeres. Buscando un placer temporal, él pierde el placer que es eterno.

Nosotros también podemos entender estas cosas literalmente. Por nuestra propiedad, nuestro trabajo, nuestros matrimonios, nos distraemos tanto con cosas temporales que desatendemos lo que es más importante. Tenemos tanto apego a las cosas de este mundo que no preparamos nuestras almas para el Juicio final. Buscando la Tierra, perdemos el Cielo.

Propiedad, trabajo, y matrimonio son buenas cosas. Pero son cosas temporales. No debemos fingir que este mundo durará para siempre. No debemos estar tan distraídos que se nos olvida cuidar nuestras almas eternas.

Con tanta frecuencia, nuestras almas no son destrozadas por sufrimiento. Sino, somos destrozados por placeres. En lugar de esperar pacientemente la alegría eterna del Cielo, estamos satisfechos demasiado fácilmente por los placeres pequeños que este mundo nos ofrece.

Dios es misericordioso y no quiere que seamos destrozados. Él quiere que veamos que este mundo se está desapareciendo rápidamente y que es sólo temporal. Él quiere que dejemos de centrar nuestra atención en este mundo y dirigir nuestros corazones hacia el Cielo.

Esto es por qué Él nos da buenos regalos – regalos como enfermedades, la muerte, cáncer, y coronavirus. Regalos como problemas de salud, problemas con dinero, y la pérdida de seres queridos.

Placeres arrullan hasta dormidas nuestras almas, ¡pero el sufrimiento las despierta! El sufrimiento nos recuerda que este mundo no es el Cielo y que este mundo no es eterno. El sufrimiento nos recuerda gritar a Dios, pidiendoLe salvación y alivio. Sufrimiento nos recuerda dejar de poner confianza en este mundo y empezar a confiar en Cristo.

Necesitamos recordar lo que dijo Jesús:

—Bienaventurados los pobres en espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran: porque ellos recibirán consolación.— (Mateo 5:3-4)

Las personas más bienaventuradas no son las que tienen buena salud, mucho dinero, y poder. Las más bienaventuradas son las que han sido humilladas por sufrimiento y han tendido la mano a Cristo en busca de salvación. Pueden enfrentar la muerte y enfermedades, hambre y pobreza pero siguen regocijándose porque sus nombres son escritos en el Cielo. Ellos se regocijan porque participarán en la resurrección de los justos. Se regocijan cada domingo cuando prueban el banquete celestial, participando en la Santa Comunión. Ellos dan gracias a Dios porque han sido invitados a la Cena de la Boda del Cordero.

Que nosotros aceptemos la invitación del Maestro y que estemos seguros de asistir a Su banquete santísimo. Necesitamos orar diariamente, tomar la Comunión cada semana, y vivir nuestras vidas en preparación para el Cielo. No debemos dejar que nada ni nadie sea un obstaculo entre nosotros y Cristo. No debemos dejar que nada nos distraiga de nuestra meta de vida eterna con Cristo en el Cielo.

No malgastes tu vida, buscando cosas temporales que rápidamente se desaparecen. Como dijo San Isaac el Sirio —Esta vida te dio Dios para arrepentimiento. No la malgastes en actividades vanas.— 

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Domingo de los Antepasados – 27 de diciembre, 2020 

Padre Joseph Gleason

 

Fuente: russian-faith.com

 

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