Mi regreso a Casa

 

Mi nombre es Felipe Franco Sáez Cuevas, soy chileno, tengo 30 años de edad y crecí junto a mi familia en la comuna de San Bernardo, distante a unos 30 kilómetros de Santiago.

Por la Gracia y el Amor del Buen Padre Dios, fui bautizado en la Fe Ortodoxa el día 14 de octubre, según el calendario tradicional el día 1 de octubre, Fiesta de la Protección del Velo de la Madre de Dios.

Formo parte de una familia modesta, tengo tres hermanos y mis padres nos criaron con mucho amor y con profundos valores cristianos, pero sin embargo hasta los 11 años mi familia no frecuentaba ninguna iglesia. A contar de esta edad comencé a ser participe activamente en la iglesia romana, siendo miembro en grupos juveniles, litúrgicos y misioneros, donde hice grandes amigos y viví muchos momentos que quedaron marcados en mi vida. También formé parte en una congregación, donde discerní acerca de la vocación a la vida consagrada.

Mi abuela Omara, desde muy pequeño me enseñó a rezar el Padre Nuestro, creo que, desde los 5 años, hasta el día de hoy, todos los días rezo la oración más importante de nuestra fe, gracias a que mi abuela me lo enseñó. Mis padres son dos personas que dedican varios días de la semana a la oración y participan activamente en una parroquia católica romana. Los admiro y doy gracias a Dios por el ejemplo del amor a Dios y al prójimo que ellos demuestran.

A pesar vivir la fe de manera muy intensa, tuve una crisis sobre la religión que comenzó durante el año 2013 y que me llevo a tomar la decisión de querer renegar de la fe cristiana el año 2016. Dejé de rezar, de leer las Sagradas Escrituras y de asistir a los oficios litúrgicos. No obstante, estaba convencido de la decisión que había tomado, sentía que me vida no tenía mayor sentido y que necesitaba algo, me sentía vacío espiritualmente. Sé que me mi madre rezó incesantemente a Dios para que no permitiera que me apartara de su lado. Rogó incansablemente al Señor, al igual como lo hizo Santa Mónica por su hijo San Agustín. La intercesión de ella fue escuchada, ya que volví a aceptar a Dios en mi vida; lo necesitaba… volví a sentir su amor.

Mi novia Macarena, también ha sido importante en esta búsqueda, gracias a su amor no me di por vencido en el proceso de encuentro entre el Señor y mi vida, fue ella quien insistió en que la acompañara junto a su hermana un día domingo a una Divina Liturgia, porque debía realizar un trabajo sobre los Santos Iconos.

Al entrar a la Iglesia de la Santísima Virgen María, del Patriarcado de Antioquia, me sentí fuera del tiempo, percibí un gozo increíble en mi alma y todos mis sentidos se enfocaron en lo que pasaba dentro del templo. No podía despegar mi mirada del iconostasio, mis oídos estaban atentos a los cantos del coro y cuando llego el momento de rezar el Credo, lo hice con tanto fervor que pude aceptar en mi alma a la Santa Doctrina. Me sentí nuevamente conectado con la vida espiritual que en algún momento había decidido dejar. Miré el icono de la Santísima Virgen y sentí el amor de una madre que recibe a su hijo. Cuando era pequeño, fui encomendado por mis padres a la Santísima Madre de Dios, esto debido a una enfermedad que tuve. Por eso al ver a la Santísima Virgen en la Iglesia, vi a una Madre que me esperaba y me amaba. Después de la Divina Liturgia me acerqué a Padre Dusan Mihajlovic, sacerdote de la Iglesia Ortodoxa Serbia, quien con mucha paciencia y a pesar de la dificultad del idioma, fue respondiendo cada una de las preguntas que le fui haciendo.

Desde ese domingo supe que había encontrado mi lugar, que Dios en su infinito amor no había dejado mi mano y comencé a frecuentar la comunidad San Nicolás de Serbia.

Ahora viene a mi mente un hecho paradojal: Cuando estudiaba en el colegio, luego de ver una imagen del Pantocrátor y de leer sobre la Iglesia Ortodoxa le dije a mi mamá: “Si yo no fuera católico, sería ortodoxo”, bueno, a mis 30 años esa frase se hizo realidad, es por ello por lo que siento que hoy siento estoy en casa. El Señor, en su infinito amor fue mostrándome este camino poco a poco, pero muy intensamente. Decidí abrazar la fe ortodoxa al quedar maravillado por el respeto y solemnidad de cada uno de los santo oficios, de la Divina Liturgia, como así mismo del ejemplo de tantos santos que defendieron con su vida la nuestra fe y la Santa Iglesia, es por esto que tomo este camino porque quiero seguir sus ejemplos y poder llegar a la santidad, de esta manera, contemplar la gloria de Dios y gozar de su amor por toda la eternidad.

Agradezco profundamente a padre Dusan que con su dedicación y preocupación me ha recibido como su hijo espiritual. Ruego a nuestro Buen Padre Dios que lo mantenga en tierra chilena por muchos años. Le pido incansablemente a la Purísima Madre Dios que cuide y proteja la misión del padre Dusan, a su familia y esta comunidad ortodoxa de la Parroquia San Nicolás de Serbia que me ha recibido como un miembro más.

El día de mi bautizo quedará grabado en mi memoria como el día en que he abrazado la verdad, un día de mucha felicidad, de gracia y de amor. Fui acompañado por mi novia, Macarena, mi familia, la familia de mi novia y mis hermanos en la fe de la comunidad de San Nicolás de Serbia.

Este día he sentido el amor de Dios.

 

Felipe Franco Sáez Cuevas

 

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