Mensaje de Navidad De Su Eminencia Reverendísima Ignacio, Metropolita de Argentina y Sudamérica

 

MENSAJE DE NAVIDAD

De Su Eminencia Reverendísima Ignacio, Metropolita de Argentina y Sudamérica con motivo de la Navidad de Jesucristo a los sacerdotes, diáconos, monjes y todos los fieles de nuestra Diócesis.

¡Queridos hermanos: pastores del pueblo de Dios, padres diáconos, sirvientes de altar del Señor, monjes, laicos amantes de Dios!

¡Feliz Navidad!

Con personas cercanas a mi corazón, siempre quiero compartir lo más preciado y sagrado. Ese es el motivo de este discurso de Navidad.

Para nosotros los cristianos ortodoxos, lo más precioso es nuestro Señor Jesucristo. Nuestra esperanza inquebrantable, una fuente de fortaleza, fe y amor. Nuestro refugio y afirmación. Él siempre es fiel, nosotros no siempre. Por debilidad, distracción, inmersión en las preocupaciones de este mundo.

Por lo tanto, de vez en cuando, con el buen consejo y la bendición de la Iglesia, Su Iglesia, tratamos de posponer «todas las preocupaciones mundanas» y recurrir a «uno en necesidad». Es decir, hacer el camino del ayuno.

Queridos hermanos y hermanas, el presente ayuno de Navidad ya ha llegado a su fin. Para algunos, estos cuarenta días duraron mucho tiempo como un viaje de los magos desde el este, para otros se volaron casi imperceptiblemente, como el camino de los pastores a la cueva de Navidad.

Pero realmente llegaron a su fin, y nosotros como testigos del Gran Milagro, ahora estamos frente a la cuna del Salvador Recién Nacido y con el corazón detenido, lo contemplamos, en las profundidades de nuestras almas, conmovedora indefensión infantil y la grandeza Divina.

Habiendo aparecido una vez en la tierra, nunca la dejará. Una vez nacido en nuestra alma, Él nunca nos dejará. «Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.»

Se puede escuchar mucho sobre el Jesucristo, hablar mucho, pero es mejor verlo al menos una vez, acercarse a Él. Y esta noche de Navidad y nuestra oración actual con ustedes, nos da esa oportunidad.

No la perderemos, con atención a cada palabra de las oraciones y cantos que suenan aquí, dirigiendo la mirada de nuestro corazón hacia la cuna del Cristo Recién Nacido, para que ella se convierta en la misma cuna. Para que nuestro Salvador permanezca allí invariablemente, llenándonos de esperanza y fortaleza espiritual. Amén.

¡Cristo nace, encuentren!

Ignacio, Metropolita de Argentina y Sudamérica

 

Fuente: southamerica.cerkov.ru

 

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