MENSAJE DE NAVIDAD De Su Eminencia Reverendísima Ignacio, Metropolita de Argentina y Sudamérica con motivo de la Navidad de Jesucristo

 

MENSAJE DE NAVIDAD

 

De Su Eminencia Reverendísima Ignacio, Metropolita de Argentina y Sudamérica con motivo de la Navidad de Jesucristo a los sacerdotes, diáconos, monjes y todos los fieles de nuestra Diócesis.

 

¡Queridos hermanos y hermanas, queridos amigos!

¡Los felicito con motivo de la Navidad!

 

En la vida de cada uno sucede mucho de importante, pero muy poco se retiene en la memoria para siempre. Recordamos muchos menos acontecimientos de la vida de nuestra Patria. Y casi nada de la historia del género humano. Y solo la Navidad de Jesucristo ya hace más de dos mil años ilumina con la luz inmutable e inextinguible el camino histórico de toda la humanidad, las civilizaciones, los pueblos. Y de cada uno de nosotros.

Recordamos, ¿desde qué momento empezó la cuenta de nuestra Era? Desde la Navidad de Jesucristo. ¿Cuál fue la razón de la aparición de las grandes civilizaciones de Europa, América y de nuestra Patria? El nacimiento del Salvador. ¿Qué ha inspirado a las figuras del arte y cultura para crear tales obras inmortales de literatura, música, pintura? La venida del Hijo de Dios en nuestro mundo ¿Sobre qué fundamento se sostiene la Iglesia Ortodoxa y todo el Cristianismo? En los dos grandes acontecimientos: La Navidad y la Resurrección. ¿Gracias a que somos lo que somos? Gracias a la encarnación de Nuestro Señor.

Precisamente por eso en los pesados y fatales años del siglo XX cuando en Rusia fueron asesinados millones de cristianos ortodoxos, fueron destruidos casi todos los templos y monasterios, se profanaba todo lo sagrado, la natividad siempre subsistió profundamente y en secreto en el corazón de muchos de nuestros compatriotas. ¿Quién recuerda ahora la fecha de nacimiento de Stalin o la fecha de fallecimiento de Lenin, o el día de la constitución de la Unión Soviética? Pero el 7 de enero de cada año, esta fecha sagrada la recuerdan todos. Y no solo la recuerdan, sino que la veneran.

Durante largos 70 años reinaba en nuestra Patria la oscuridad del ateísmo. Parecía que la Fe ya había sido eliminada, que la Iglesia había sido destruida, que la Ortodoxia en Rusia y Rusia en sí misma ya no existían. Sin embargo, con los primeros rayos de la Luz Divina y la libertad espiritual, toda la gente se convirtió a la Fe y se dirigió a la Iglesia. Y después de poco tiempo el consumido desierto espiritual se transformó en un jardín espiritual floreciente. Tal es la fuerza de la Fe, traída al mundo por la Navidad.

Sudamérica está lejos de Rusia. Y el Salvador ya ha nacido, ya ha llegado a nuestra Patria. Por toda la Rusia ya se han oído las campanas Navideñas, ha terminado la Divina Liturgia. Ahora ha llegado nuestro turno de recibirlo a Él en nuestros templos para rendirle adoración y alabanza debidas. Y caminar con Él todo el año que comienza. Y encontrar el siguiente. ¡Hagámoslo!

¡Cristo ha nacido! ¡Dios se ha encarnado!

¡Felíz Navidad!

 

Fuente: southamerica.cerkov.ru

 

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