La oración incesante: haciendo todo ante la presencia de Dios

PADRE ILIE CLEOPA

La oración incesante consta precisamente en esto, en hallarte, siempre y con devoción, ante Dios.

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Cada vez que te abrase el quemante sol de verano y conserves la paciencia al cumplir con tu santa obediencia, por amor a Dios y provecho de tu semejante; cada vez que, estando en tu celda, hagas tu canon de inclinaciones y postraciones al orar, o leas las Vidas de los Santos y las enseñanzas de los Santos Padres, para beneficiarte de ellas; cada vez que soportes el calor de la lumbre en la cocina y en la panadería (del monasterio), preparando los alimentos para sacerdotes, hermanos y visitantes; cada vez que en la iglesia o en tu celda cumplas con devoción la regla de la vigilia; cada vez que medites en la santidad y practiques cualquier buena acción, de acuerdo al consejo de quienes procuran tu salvación; cada vez que, con amor, trabajes en el huerto, en el taller de costura o en la iglesia, o cada vez que cumplas con cualquier otra norma de obediencia, debes saber que con todo lo que haces estás elevando una oración incesante a Dios.

¿Cómo? Cada una de tus buenas acciones, pensamientos o conversaciones espirituales es ya una doxología. Y la oración incesante consta precisamente en esto, en hallarte, siempre y con devoción, ante Dios.

 

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