La necesidad de la comunión frecuente

El siguiente escrito es un breve resumen del libro Sobre la comunión frecuente de los Inmaculados Misterios de Cristo, escrito por San Nicodemo el hagiorita. Si encuentras algún beneficio de este resumen, demos gracias al Espíritu Santo, el cual inspiró a San Nicodemo.

 

 

En nuestra Santa Liturgia, tomamos parte en la entera economía de Cristo, cantando himnos con voz de alabanza y recordando Su nacimiento, Su predicación del Evangelio, su Santa Pasión, la cruz, Su descenso de la cruz, el tercer día de Su resurrección y la Ascención a los cielos. Sin embargo, todas estas cosas las hacemos en razón del pan, de la Eucaristía, en la cual creemos indudablemente con todo nuestro corazón, y de la que confesamos de palabra para nuestra salvación que, el Inmaculado Cuerpo del señor y Su sangre fuente de vida son reales y espirituales. Son reales porque el pan puesto en la Santa Mesa después de la santificación,  es verdaderamente el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo; no uno diferente al que era entonces, sino el mismo. De la misma manera, el vino en el cáliz es, después de su santificación, la verdadera sangre fuente de vida de nuestro Señor, no una diferente a la que fue entonces, sino que la misma. Y, porque no hay un cuerpo y después otro, sino solo uno, se sigue que el pan santificado es el Cuerpo del Señor: el mismo cuerpo que fue concebido por el Espíritu Santo, que fue nacido de María la Virgen, que fue bautizado, que sufrió, que fue crucificado, que fue sepultado, que ascendió en los cielos, que está sentado a la derecha del Padre y que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. El cuerpo y la sangre del Señor en el Santo Misterio son bendecidos, no por ningún medio físico natural, sino por la todopoderosa energía y poder del Santísimo y Purificador Espíritu. Si bien ellos son reales y verdaderos, no son, sin embargo, completamente físicos, visibles o sensibles, sino que son espirituales.

Sé cuidadoso, como San Cirilo de Jerusalén nos dice, sé cuidadoso de no considerarlos como mero pan y como mera agua, porque ellos son el cuerpo y la sangre de Cristo, según entendemos por la declaración del Maestro. Porque aunque los sentidos te sugieran que es de otra manera, no juzgues este asunto por gusto, sino por fe. Ya que aquellos que comulgan en los Misterios reciben enteramente a Cristo, la divinidad y la humanidad, el alma y el cuerpo. Eso significa que ellos reciben al Dios perfecto y al hombre perfecto, porque Cristo es tanto Dios perfecto como hombre perfecto, según San Juan de Damasco y otros santos teólogos. Escuchemos a San Basilio el Grande cuando dice: “El recibir el cuerpo y la sangre de Cristo es necesario para la vida eterna…. aquel que ha renacido a través del bautismo, debe ser alimentado con el alimento de la vida eterna, lo que el Hijo del Dios viviente nos ha entregado”. Nuestro maestro nos dejó este mandamiento: “Tomen, coman, porque este es Mi Cuerpo (Mt. 26:26) y beban todos de él, porque esta es mi sangre (Mt. 26:27-28). Y en otra parte dice: “Verdaderamente les digo que, si ustedes no comen la carne del Hijo del Hombre y beban su Sangre, no tienen vida en ustedes”. (Jn. 6:53). 8

Una mesa real, dice San Nicodemo, es puesta delante de ustedes, ángeles sirven en la Mesa y el Rey mismo está ahí. ¿Está tu vestimenta sucia y no te has dado cuenta de ello?, ¿o están limpia? Si tú deseas recibir el perdón de los pecados, la iluminación, la justificación, la santificación, la victoria sobre el demonio, acude frecuentemente a los inmaculados Misterios y participa de ellos. Cuídate, no obstante, de recibir la Comunión con la apropiada preparación, o sea, con la confesión, el ayuno, el autocontrol, la oración, el cuidado esmerado, la contrición de corazón y la pureza de conciencia. Habiéndote examinado a ti mismo como te comanda el apóstol para que participes en los divinos Misterios, y esto no sea para tu condenación y recibas la gracia de la Comunión en proporción con la preparación que has hecho para ello, entonces hazlo. Si tú deseas arder en tu corazón con el divino eros y adquirir el amor de Cristo, y con este amor adquirir el resto de las virtudes, ve regularmente a la Sagrada Comunión. La Gran Cuaresma ocurre una vez al año, pero mientras tú participes de la Comunión con una conciencia pura, estás celebrando la Pascua todos esos días.


Traducido del Inglés por Oscar Mauricio López Casillas

Fuente: russian-faith.com

 

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