Breve cita acerca del miedo a la muerte, por el Higúmeno Nikon Vorobiev

 

“No es la primera vez que me escribes sobre el miedo a la muerte. Si observas atentamente un objeto, lo verás con claridad, mientras que los objetos circundantes pasarán a ser apenas perceptibles. Sucede lo mismo con el miedo a la muerte. Cuando se mira a la muerte con los ojos del viejo hombre y solo se presta atención a los sufrimientos de la hora suprema, estos crecen desmesuradamente y te asustan. A ello hay que añadir la acción de los demonios. Uno puede amargarse por completo si permanece en ese estado. Hay que mirar a la muerte según la Palabra de Dios: Quiero partir y estar con Cristo, decían el apóstol Pablo y todos los santos. La vida terrenal no es más que un destierro para la rectificación. La alegría de liberarse de la prisión o del campo enemigo no puede compararse con la de salir de la lúgubre vida terrenal.

Dirás: «Está bien si vas a parar al Reino de Dios, pero ¿y si terminas en el infierno?» ¿Acaso hay algo que nos impida entrar en el Reino de Dios? Se dice: Cumple los mandamientos y te salvarás. Como somos débiles, corruptos y vulnerables a los demonios, el Señor nos concedió la penitencia y los demás sacramentos. Si nos arrepentimos sinceramente, el Señor nos perdona, es decir, purifica nuestra alma de la lacra del pecado y promete al arrepentido el Reino de Dios. Si te arrepientes setenta y siete veces al día, recibirás el perdón el mismo número de veces. Si no crees en la Palabra de Dios, sin duda tendrás miedo, caerás en manos de los demonios y estos te torturarán. Por lo visto quieres como el fariseo confiar en tus propios actos, aunque sea tal vez de manera inconsciente. Sé como el publicano, es decir, encomienda tu salvación a la misericordia de Dios y no a tu propia rectificación. Entonces partirás de esta vida perdonado, como el publicano del templo, es decir, entrarás en el Reino de Dios.

Orienta tu atención en este sentido y recuerda que Dios no creó a las personas para el tormento, sino para el gozo divino. Todo el cielo se regocija por cada pecador que se arrepiente y se salva gracias a ello. La muerte es un nacimiento y el nacimiento raramente está ausente de dolor, pero este dolor se convierte en alegría, ya que nace un hombre para el Reino de Dios.”

Higúmeno Nikon Vorobiev – Cartas espirituales.

 

Fuente: iglesiaortodoxaserbiasca.org

 

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