Los grados monásticos en el cristianismo ortodoxo

Un Monje del Monasterio de San Tijón

 

“Lo primero que tiene que hacer todo aquel que se disponga a realizar alguna tarea extenuante es prepararse. Por ejemplo, alguien que quiere ser atleta, tiene que entrenarse y prepararse física y mentalmente para desempeñarse mejor en su respectiva competición … Y el que quiere ser monje, debe prepararse para su tarea…”

 

Cuando alguien desea abrazar la vida monástica y entra en un monasterio, normalmente pasa por tres escalafones: 1) Novicio (incluyendo el Portador del Hábito), 2) Monje del Pequeño Esquema (Estauróforo, el Portador de la Cruz) y 3) Monje del Gran Esquema (Skhimnik, en ruso). El novicio que entra en un monasterio lo hace porque quiere desempeñarse dignamente en el estado angélico, que así denominamos porque los monjes renuncian a todas las cosas mundanas:  No se casan, no poseen propiedades y viven como los ángeles en el cielo, glorificando a Dios noche y día y esforzándose para hacer Su voluntad en todas las cosas.

Lo primero que tiene que hacer todo aquel que se disponga a realizar alguna tarea extenuante es prepararse. Por ejemplo, alguien que quiere ser atleta, tiene que entrenarse y prepararse física y mentalmente para desempeñarse mejor en su respectiva competición. Si alguien quiere ser médico, abogado, empresario o lo que sea, primero se ha de preparar con la educación adecuada, practicando como un aprendiz bajo la orientación de alguien con mayor conocimiento y experiencia. También un soldado pasa primero por un campo de entrenamiento, haciendo prácticas físicas y mentales para ser un buen soldado. Y el que quiere ser monje, debe prepararse para su tarea, entrando como novicio.

Durante un periodo de por lo menos tres años, el novicio debe capacitarse con la orientación de alguien que ya tenga experiencia en la vida monástica y en la dirección de las almas, sumergiéndose en la vida del monasterio, luchando para acatar las obediencias que le fueron mandadas y preparándose física (trabajo, ayuno, vigilia…) y espiritualmente (a través de su regla de oración y obediencia a un Anciano) para la vida monástica. Este periodo de tres años de preparación tiene lugar desde los primeros tiempos. Por la vida de San Pacomio, el fundador de la vida cenobítica [de vida en común, comunitaria], sabemos que él lo estableció así porque un ángel le mandó no admitir a nadie para el desempeño de actividades superiores hasta que hayan pasado tres años… Que pasara a la nueva fase sólo cuando ya haya realizado algún trabajo arduo.

Tradicionalmente, un novicio, habiendo llevado por un corto periodo de tiempo las vestes laicales, ya se viste con parte del hábito monástico, o sea, la sotana interna y la escufia (o gorro monástico). La sotana interna es simplemente una túnica de manga estrecha y que llega hasta los tobillos (podryaznik, en ruso) y la escufia es un gorro en forma de copa común a todos los clérigos y monjes ortodoxos. Estas vestes son siempre de color negro (como todas las vestes monásticas), significando penitencia y muerte para la mundanidad.

Portador del Hábito

Después de haber sido novicio algún tiempo, ya se puede dar el próximo paso, esto es, el Monje Portador del Hábito, que digno de distinción; aunque todavía se considera novicio, pero ya en un sentido especial. No hace votos solemnes (como sí hacen los monjes del Pequeño y el Gran Esquema), pero ya es considerado un verdadero monje aun con sus imperfecciones. Ya no puede casarse, no puede dejar el monasterio sin reprobación… Si se va y se casa, es excomulgado. Con todo, no deja de ser un novicio.

El rito del hábito se realiza generalmente después de las Horas Canónicas. De pie delante del abad, el candidato es tonsurado (se le corta el cabello en forma de cruz) en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto significa que se despoja de todos los pensamientos y actos ociosos, tomando para sí el yugo del Señor. En ese momento, el abad lo reviste con la sotana externa (un manto exterior de manga larga) y el camelauco (un gorro de superficie plana).

Antiguamente, la sotana externa se usaba los días de luto y para el novicio significa que él debe llorar por sus pecados. El camelauco (gorro que protege del calor) significa que el novicio debe domar el calor de las pasiones. De ahí en adelante, el novicio será conocido como Portador del Hábito, pero como se puede ver, todavía no ha hecho ningún voto [en nuestros tiempos, al Monje Portador del Hábito también le es permitido el velo monástico con el camelauco, tal y como es usado por los monjes del Pequeño y del Gran Esquema].

El que alcanza la dignidad de Portador del Hábito no está obligado a avanzar hacia más grados monásticos. Muchos no lo hacen por decisión propia, pero tampoco el novicio está obligado a avanzar hacia la dignidad de Portador del Hábito antes de hacer los votos solemnes y alcanzar el próximo escalafón en el monacato, que es el del Pequeño Esquema (hábito, dignidad o aspecto)

El Rito del Pequeño Esquema

Originalmente, en el monacato sólo había dos grados: Novicio y Monje del Hábito Angélico (o del Gran Esquema). Así, podemos decir que, para los monjes, la proeza más deseada del alma es la de alcanzar la perfección, esto es, el llegar al Gran Esquema. Desde tiempos antiguos, los monjes hablaron del Gran Esquema como el punto culminante de la vida monástica, en el cual el monje ama a Dios con un amor perfecto de acuerdo con el mandamiento del Evangelio; con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente (San Mateo, 22:37). Con el tiempo, el Pequeño Esquema se convirtió en una especie de escala previa al Gran Esquema. La vida cenobítica (la de un monje del Pequeño Esquema) pasó a ser conocida como un noviazgo, y la reclusión (la vida de un monje del Gran Esquema) dentro de un monasterio, un matrimonio real.

La tonsura

La principal característica del Rito del Pequeño Esquema es la tonsura y los votos solemnes. La tonsura monástica (o profesión de fe) puede ser vista como el casamiento místico del alma con el Esposo Celestial, así como también puede considerarse un segundo bautismo en tanto y en cuanto a que la propia ceremonia es paralela a la actual ceremonia del bautismo. El candidato a la tonsura monástica va como un penitente, mas para el bautismo [en el rito griego original, se denomina al candidato como catecúmeno, cumpliendo en cierto sentido un catecumenado antes de la tonsura monástica en sus tres años de prueba].

El candidato permanece desnudo en el nártex de la iglesia como si estuviese listo para ser bautizado por inmersión. Ello significa que el hombre viejo se va, revistiéndose como un hombre nuevo. Hace los votos como en el bautismo. Son votos semejantes de renuncia, fe y obediencia hasta el final. Y estos son dados como respuestas a preguntas específicas, igual que en el bautismo. Un hombre nuevo se manifiesta, como en el bautismo. Y así, los cabellos son cortados en la tonsura, como en el bautismo. El nuevo monje recibe una cruz, así como se le coloca una cruz alrededor del cuello al recién bautizado. Y el monje también recibe una vela encendida para que así la mantenga; igual que un recién bautizado.

Así, es obvio que la semejanza de la tonsura monástica con el bautismo no es mera coincidencia. De hecho, en las instrucciones dadas al catecúmeno monástico en el rito del Gran Esquema (habiendo paralelismos con el rito del Pequeño Esquema), se dice: “Vas a recibir un segundo bautismo… Y serás purificado de tus pecados.”

También podemos ver en la tonsura monástica la nueva escenificación mística del retorno del Hijo Pródigo a la casa de su padre, pues al principio, se queda a cierta distancia de la casa de su padre (en el nártex, a la entrada del santuario), como un penitente, habiendo abandonado el mundo después de beber del cáliz de sus engañosas delicias. Así, es visto desde lejos (como el pródigo fue visto por su padre), pues los monjes van a saludarlo y escoltarlo hasta las puertas del altar donde su padre (el abad) lo espera.

Como ya mencionamos, en el rito del Pequeño Esquema el novicio permanece desnudo (y descalzo) en el nártex, solo con el cilicio (antiguamente, se usaba una camisa gruesa), esperando como un penitente al que llevan a casa de su padre. Conforme se le lleva hasta el abad, el novicio se postra tres veces en el camino y también ante las Puertas Sagradas, donde el abad lo espera. Delante de él habrá un atril sobre el cual se colocará una cruz y un testamento. Entonces, el abad le preguntará qué busca al llegar hasta ahí. La respuesta es “busco una vida de mortificación”. Con todo, el abad pregunta si aspira al estado angélico, si se entrega a Dios por su propia voluntad, si pretende permanecer en el monasterio y llevar una vida de mortificación hasta el último suspiro, si pretende mantenerse virgen, casto y pío, si permanecerá obediente al superior y a los hermanos hasta la muerte, y si soportará de buena gana las restricciones y dificultades de la vida monástica. Cuando responda diciendo “sí, reverendo padre, con la ayuda de Dios” a todas las preguntas, entonces será exhortado por el Abad sobre la naturaleza de la vida monástica y el novicio se comprometerá a cumplir sus votos, los cuales fueron incluidos en el rito de la profesión monástica de San Basilio el Magno.

Entonces, para probar su voluntad, el abad entrega tres veces al novicio las tijeras con la cual se le efectuará la tonsura, pidiéndole cada vez que las coja y las devuelva. Cada vez que el novicio coge las tijeras y se las devuelve al abad, le besa la mano. Entonces es cuando el abad tonsura la cabeza del novicio en forma de cruz, diciendo: “Nuestro hermano –NOMBRE- es tonsurado al ser sus cabellos cortados en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y al hacer esto cambia su nombre de Novicio por otro, en señal de completa renuncia del mundo y perfecta consagración a Dios.” Así, el primer acto de obediencia del nuevo monje es la aceptación del nuevo nombre que se le da.

El Hábito Monástico

Al completar la tonsura, el nuevo monje es vestido con el hábito monástico. Se le proporciona una tela de paño cuadrado conocida como [en griego:] Paramandyas [en eslavo eclesiástico, Paraman] (añadido a mandyas), sobre la cual se representa la cruz de Cristo con la lanza, la caña y la esponja, así como la inscripción “traigo en mi cuerpo las heridas del Señor”, lo cual se le fija en los hombros y en la cintura mediante cuerdas o cordones cosidos en los costados, sirviendo para que el nuevo monje que asumió el yugo de Cristo debe controlar sus pasiones y deseos. Al mismo tiempo, se le coloca una cruz en su cuello (frecuentemente, enlazada por las mismas cuerdas con las del Paramandyas está preso), significando que él debe seguir a Cristo. Entonces es cuando el monje recibe la sotana interna, que es la misma que usan los novicios. Un cinturón de cuero, hecho de la piel de un animal muerto, significa la muerte de la mundanidad, siendo amarrado en sus lumbares. Ceñir el cinturón en sus lumbares significa la mortificación corporal y la diligencia para el servicio a Cristo y Su retorno (San Lucas 12:35-37).

Enseguida, el monje recibe la mandya (manto, capa), esto es, un manto largo y sin mangas, también llamado manto de la incorrupción y de la pureza. La ausencia de mangas significa la contención de las ocupaciones mundanas. Sobre su cabeza, el monje recibe el camelauco con velo (llamado “klobuk” en ruso), o “casco” de la salvación. El velo significa que el monje debe velar por su vida frente a la tentación, protegiendo sus ojos y oídos contra todas las vanidades. El tejido del velo data de la época de San Metodio (846 d.C.), patriarca de Constantinopla que fue herido en el rostro durante el reinado de Teófilo, emperador iconoclasta. Para esconder sus heridas, el santo ataba el tejido del velo sobre parte de su cara. Y así, el tejido del velo se usa desde aquel tiempo en memoria de los sufrimientos del santo. Finalmente, el monje recibe sandalias para sus pies.

Luego de ser vestido, el monje recibe un cordón para la oración (“chotki” en ruso) con muchos nudos para contar las oraciones y las postraciones. Este cordón es la espada espiritual del monje, la misma que le ayuda a vencer la distracción durante la oración y a apartar pensamientos malignos de su alma. Enseguida, él recibe una cruz en la mano como escudo de la fe con la cual apagará los dardos flameantes del Maligno. Y al final, recibirá una vela encendida, lo cual significa que debe luchar por la pureza en la vida, por las buenas acciones y el buen comportamiento para ser la luz del mundo.

Para concluir, el diácono recita la Gran Letanía, añadiendo peticiones especiales en nombre del nuevo monje. El himno, “aquellos que fueron bautizados en Cristo, de Cristo se revestirán”, se canta igual que en el bautismo, y después la Epístola y las lecturas del Evangelio recordarán al nuevo monje que debe hacerle la guerra a los enemigos de la salvación y que el amor a Dios debe ser mayor que el amor a nuestros padres, etc. Concluyendo el rito, se realiza el ósculo de la paz entre el nuevo monje y los demás hermanos del monasterio.

El Rito del Gran Esquema

Como desarrollamos anteriormente, el objetivo final de un monje es llegar al Gran Esquema (o hábito angélico). Aquel que aspiró a esta dignidad, es porque generalmente luchó muchos años en la vida monástica y en muchas ocasiones no le ha sido concedido sino al final de su vida. Aquellos que llegaron a ese estado, generalmente pasaron el resto de sus vidas aislados, en silencio dentro del monasterio o en un eremitorio especialmente preparado, donde los legos no pueden entrar ni siquiera para rezar.

Si bien ello es digno de distinción, sin embargo, no todos los padres y ascetas de la Iglesia dividieron el monacato en Pequeño y Gran Esquema. Por ejemplo, San Teodoro el Estudita (826 d.C.) no concordaba con esta práctica, pues consideraba que así como sólo había un sacramento de bautismo, también debía haber sólo una forma de monacato. Sin embargo, se generalizó en la práctica. Por ejemplo, todos los monasterios atonitas griegos, generalmente se adhieren a la práctica de San Teodoro.

El rito del Gran Esquema es diferente del rito del Pequeño Esquema. Contiene las siguientes particularidades:

1)Las vestes monásticas son colocadas en la Mesa Santa durante la noche anterior. Significa que el candidato las recibe del propio Señor;

2) se cambia de nuevo el nombre del monje;

3) en vez del paramandyas, el monje del Gran Esquema recibe una veste llamada analavos (del griego “tomar”, “erguir”), o la cruz mística que el monje debe tomar diariamente como imitación de Cristo, siendo colocada alrededor del cuello, llegando al final hasta los tobillos. Esta cruz es la representación de la misma cruz de Cristo, junto con la lanza, la caña y la esponja, así como la calavera y las tibias cruzadas. Como el paramandyas, el analavos está hecho de la piel de un animal muerto y por la misma razón;

4) en vez de un camelauco con velo, el monje del Gran Esquema recibe un gorro y un velo puntiagudo llamado koukolion o capuz (“capuz de la inocencia”), sobre el cual se representan cinco cruces: Una en la frente, una en la espalda (entre los hombros), otra más abajo y una en los extremos del tejido del velo.

Monjas

En conclusión, hemos de observar que en la Ortodoxia, el monacato abraza tanto a los hombres como a las mujeres. Las reglas generales para la organización de la vida monástica, los grados monásticos, la tonsura, el hábito, etc., son las mismas para todos los que se integran en esta vida, así como tienen las mismas metas y aspiraciones. En el caso femenino, normalmente hablamos de monjas y de conventos, y así como los monjes son denominados “hermanos” o “padres”, las monjas también son denominadas como “hermanas” o “madres”. La superiora de un convento es intitulada como abadesa (“hegumenissa” en griego). Sin embargo, aun separados en distintos monasterios, cada cual aislado del sexo opuesto, todos aquellos que componen la vida monástica ortodoxa –monjes y monjas- están unidos en la búsqueda común del estado angélico.


Extracto de “Estas son las verdades que sostenemos – la Santa Iglesia Ortodoxa: Su vida y enseñanzas”. Compilado y editado por un monje del monasterio de San Tijón. Copyright 1986 por la Editorial del Seminario de San Tijón, South Canaan, Pennsylvania 18459.

Fuente: stots.edu (Inglés)

Traducido del portugués al español por Antonio Moreno Ruiz

 

Fuente: russian-faith.com

 

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