Hay algo que nos abre las puertas del Paraíso

Archimandrita Joaquín Parvulescu

 

El Sacramento de la Confesión implica la humildad más grande, la más grande negación a uno mismo, la contrición más profunda, la más fuerte compunción del corazón y el más grande pesar por las faltas cometidas.

 

El pecado primordial cometido por Adán en el Paraíso trajo un gran cúmulo de sufrimientos para el hombre y, finalmente, su expulsión del Edén. Nuestro Señor Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Por eso, cuando decimos Jesús, declaramos que Él nos ha vivificado por medio de la Iglesia que Él Mismo fundó y, especialmente, con los Santos Misterios o Sacramentos instituídos también por Él.

Precisamente, el sacramento que podemos utilizar como una llave para abrir la puerta del Paraíso, es el de la Santa Confesión. Solamente la Confesión nos puede purificar y preprarar para entrar al Cielo. El cristiano que se confiesa con asiduidad y muere habiéndose purificado de sus pecados, puede esperar la salvación de su alma; eso sí, si se ha confesado con sinceridad e inmerso en un auténtico arrepentimiento. Si lo ha hecho así, habrá obtenido la Llave del Cielo y podrá entrar allí.

Confesarte significa hacerte humilde, tanto ante Dios, en misterio, como ante tu padre espiritual, de forma visible. Confesarte es apartar todo el egoísmo que había en ti, es dejar de pertenecerte a ti mismo, es desvestirte de todo el subjetivismo personal. El Sacramento de la Confesión implica la humildad más grande, la más grande negación a uno mismo, la contrición más profunda, la más fuerte compunción del corazón y el más grande pesar por las faltas cometidas.

 

Fuente: doxología.org

 

Pravoslavie.cl