CRISTO RESUCITÓ!

Homilía Pascual de nuestro padre entre los santos San Juan Crisóstomo

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Sermón de la Fiesta de la Pascua 

por San Juan Crisóstomo (Siglo IV)

Aquél que es devoto amante de Dios, que disfrute de la hermosura de esta fiesta resplandeciente.

Aquél que es un siervo agradecido, que entre alegre en el regocijo de su Señor.

Aquél que se cansó ayunando, que lleve ahora el denario.

Aquél que trabajó desde la primera hora, que acepte su justa gratificación.

Aquél que ha llegado después de la hora tercera, que festeje agradecido.

Aquél que llegó después de la hora sexta, que no dude, pues nada pierde.

Aquél que tardó hasta la hora novena que se aproxime sin vacilación.

Aquél que llegó la hora undécima, que no tema por su tardanza, porque el Soberano es Gracioso y Generoso, acepta al último como al primero; concede el descanso al que trabaja desde la hora undécima como al que ha trabajado desde la hora primera; se apiada del último y satisface al primero; da a esté y concede a aquél; recibe las obras y se complace con la intención. Honra los hechos y alaba el empeño.

Entrad, pues, todos vosotros al gozo de vuestro Señor.

¡Primeros y últimos! Recibid vuestra recompensa.

¡Ricos y pobres! Regocijaos juntos.

Vosotros que anduvisteis en abstinencia y vosotros perezoso, celebren el día.

Habéis guardado el ayuno o no lo hicisteis, regocijad hoy.

La Mesa está colmada, deleitaos, pues todos.

Que nadie se marche hambriento. Participad todos de la bebida de la fe y disfrutad de la riqueza de la bondad.

Que nadie se aflija quejándose de la pobreza, porque el Reino Universal se ha manifestado.

Que nadie se lamente por haber pecado una y otra vez, porque el Perdón ha surgido del sepulcro brillando.

Que nadie tema la Muerte, porque la Muerte del Salvador nos ha liberado.

Él ha destruido la muerte habiéndola padecido; y destruyó al infierno cuando descendió a él, pues éste se amargó cuando saboreó Su Cuerpo; como Isaías anticipó y lo contempló, pues clamó diciendo:

El Infierno, fue amargado cuando Te encontró en él abajo.

Ha sido amargado porque ha sido anulado.

Ha sido amargado porque ha sido burlado.

Ha sido amargado porque ha sido destruido.

Ha sido amargado porque ha sido encadenado.

Recibió un Cuerpo, y he aquí descubrió que este cuerpo era Dios.

Tomó tierra y contemplándola, encontró Cielo.

Tomó lo que estaba viendo, y fue superado por lo que no vio.

¡Muerte! ¿Dónde está tu poder? ¡Infierno! ¿Dónde está tu victoria?

Cristo resucitó y tú fuiste aniquilado.

Cristo resucitó y los demonios cayeron.

Cristo resucitó y los ángeles se regocijaron.

Cristo resucitó y la vida vino a todos.

Cristo resucitó y los sepulcros se vaciaron de los muertos.

Cristo resucitó de entre los muertos llegando a ser el Primogénito de los muertos.

A Él sea la gloria y el Poder por los siglos de los siglos. Amén.

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Finalmente llegamos al Domingo de la Pascua, “Fiesta de las fiestas y Temporada de las temporadas”. Comenzamos con el canto del Canon que pertenece, por la monotonía de sus entonaciones y su vacancia de cualquiera indicación a la Resurrección, a la Semana de la Pasión. Este Canon termina con la convocación a los fieles, de parte del Obispo o del Sacerdote: “¡Venid, recibid luz de la Luz que no tiene ocaso y glorificad al Cristo que se levantó de entre los muertos!”. Dice esto llevando una vela encendida y revestido de ornamento blanco que simboliza la alegría. Acto siguiente es la salida del Templo para que cerraran las puertas y comienza lo que se acostumbraron a llamarlo por “Al-Haymeh” (el Ataque nocturno de Sorpresa), expresión tomada del Oficio de la Consagración de un nuevo Templo, y muy querida por el pueblo antioqueno por lo que lleva de significados y júbilo. Invadir al Templo símbolo de victoria y de triunfo. La Pascua es el Centro del año Litúrgico, y todas la fiestas movibles son fijadas partiendo de Ella.

Es de notar que “La Semana de Renovación” se considera, litúrgicamente, como un solo día, en él, sucesivamente se cantan los tonos eclesiásticos, y son ocho, un tono por día, como si la semana es un ciclo perfecto y una sola celebración. Maitines y Divina Liturgia cada día en ella, es exactamente al igual que el que le anticipó, con la deferencia de los himnos pertenecientes a un tono particular, como si el propósito del acontecimiento de la Pascua sobrepasa el tiempo para anunciar al Día Octavo como día eterno cuya luz no tiene ocaso.

El día de la Pascua se reza sobre los huevos, y el huevo es un símbolo de la vida escondida en la cáscara y dispuesta a salir. Y desde aquel día desaparecen todas las expresiones de salutación entre nosotros hasta el Jueves de la Ascensión, y la Expresión: “Cristo Resucitó” se convierte en nuestro júbilo y nuestra ley, exclamemos, pues con alegría: “¡Verdaderamente Resucitó!”

Extraído del sitio web del Patriarcado de Antioquía en Argentina

www.acoantioquena.com

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