Celebraciones en honor al Día de la Victoria en Santiago de Chile

Ente los días 4 al 11 de mayo, se realizaron en la capital de Chile, solemnes eventos para celebrar el Día de la Victoria en la Gran Guerra Patriótica. El principal organizador de los eventos fue el Consejo de Coordinación de Organizaciones de Compatriotas Rusos en Chile (CRRM) con el apoyo del Centro para la Ciencia y la Cultura de Rusia y la Embajada de la Federación Rusa en Chile. La parroquia de San Nicolás de Serbia tomó parte activa en esta celebración.

 

 

El sábado 4 de mayo, en la capital de Chile, por segundo año consecutivo, se organizó la procesión del “Regimiento inmortal”. Este año, los empleados de la Embajada de Rusia en Chile, incluido el Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la Federación de Rusia en la República de Chile, Vladimir Vladimirovic Trukhanovsky junto a su señora, en compañía de profesores y estudiantes de la escuela de la Embajada, se unieron a la celebración.  Los compatriotas rusos con retratos de sus familiares y amigos pasaron por las calles de la comuna de Nuñoa, entonando himnos militares en la plaza frente al edificio de la Municipalidad, lugar en donde se celebró un concierto de gala. Alrededor de la plaza adyacente se instalaron stands con fotografías e información sobre eventos militares, así como una exposición de dibujos de niños conmemorativos para el Día de la Victoria. 

 

 

Antes del comienzo del concierto, el agregado de defensa militar, aéreo y naval ruso en Chile, Coronel Andrey Yurchenko, se dirigió a una gran audiencia reunida para la ocasión. El militar, felicitó a todos en el Día de la Victoria y notó la importancia de este evento para la historia del país y del mundo.

Este año, el tema principal del programa del concierto fue el 75 aniversario del levantamiento del bloqueo de Leningrado: Svetlana Sizova y Konstantin Tokarev hablaron sobre los hechos heroicos de los habitantes de la ciudad-héroe y el sufrimiento de las personas, tanto en idioma ruso como así mismo en español. 

 

 

También se dio la palabra al párroco de la comunidad de San Nicolás de Serbia, el padre Dusan Mihajlovic, miembro del CRRM. Habló sobre el papel que jugó la Iglesia ortodoxa rusa durante la guerra: desde los primeros días de los combates, la iglesia lideró una agitación antifascista explicando a la gente que Hitler no vino a la tierra rusa para liberarla de los comunistas, sino para aprovecharse de ella, de todos sus recursos; de esta manera, destruyen a la mayoría de la población, y usan a la otra como mano de obra libre.  La iglesia ayudó a la gente y al estado no solo espiritualmente sino también materialmente, recogiendo hasta el final de la guerra alrededor de 300 millones de rublos para las necesidades del frente (que es igual al precio de 1,500 nuevos tanques T-34). En conclusión, padre Dusan notó el valor de las personas victoriosas, refiriéndose a las palabras de nuestro propio Señor Jesucristo, quien dijo que “No hay amor más grande que el que la da la vida por sus amigos”, y además felicitó a todos los presentes por el Gran Día de la Victoria. 

 

 

Las canciones de los años de guerra, así como las nuevas canciones sobre la guerra interpretadas por Svetlana Sizova, Andrei Lukyanov, Andrei Duben, Jorge Farah, el conjunto de “Kalinka”, así como el coro de niños, sonaron tradicionalmente en el concierto festivo. Los números de baile fueron presentados por el grupo de floclore ruso “Malinka”, un grupo de ballet dirigido por Tamara Kiriyak, y también por los niños del club “Nuestro Mundo”, por Emilia Kovalkova. Al igual que el año pasado, los participantes en la procesión “Regimiento inmortal” también fueron invitados al escenario para hablar sobre el destino de sus familiares, participantes de la Gran Guerra Patria.

Cerca de 400 personas se reunieron en la plaza. Todos los participantes recibieron tarjetas de felicitación conmemorativas en donde se leía “¡Feliz Día de la Victoria!” 

 

 

Por primera vez el 5 de mayo, se efectuó el rally “¡Te Recuerdo! ¡Estoy orgulloso!” Dedicado al Día de la Victoria. La columna de vehículos partió desde edificio del Centro de Ciencia y Cultura de Rusia andando por las calles de Santiago. Durante el camino recorrido, los participantes visitaron una sección dedicado a la Segunda Guerra Mundial en el Museo de Historia Militar de la República de Chile. El recorrido fue completado en la zona precordillerana de la Montaña de “Los Andes” chilenos, a una altitud de 1500 m sobre el nivel del mar, en Santiago. 

 

 

En la tarde del 9 de mayo, en la Iglesia de la Natividad de la Santísima Virgen María (Patriarcado de Antioquía), el Padre Dusan sirvió un servicio de Responso Fúnebre conmemorativo para los “líderes y guerreros por la fe y la Patria que pusieron sus vidas, desde las heridas y los ojos de los que murieron, hasta el cautiverio y el amargo trabajo de los inocentes martirizados y asesinados, por el bien de los que trabajan”. Después de una oración comunitaria, el Padre Dusan se dirigió a todos los que se reunieron en el templo, explicando la importancia de orar por sus seres queridos que murieron en la guerra, ya que los conciertos y los desfiles son importantes y necesarios, pero esto es más valioso para nosotros y para nuestra sociedad, y nuestras oraciones son lo único que podemos hacer directamente por ellos.

 

 

Después de la ceremonia conmemorativa, en el salón del templo, se llevó a cabo la noche de la Memoria. El padre Dusan fue el primero en hacer uso de la palabra: esta vez enfatizó las enormes pérdidas sufridas por el pueblo soviético durante los años de guerra, y observó la naturaleza sagrada de la guerra: las mentiras, que con intentos blasfemos por tratan de menospreciar su hazaña “. Habiéndose reunido en las mesas, los compatriotas rusos recordaron y contaron las historias de sus familiares, compartieron sus pensamientos y experiencias, recitaron poemas y cantaron canciones con una guitarra. La atmósfera del espíritu, el espíritu de unidad reinaba en el salón, y más de una vez en los ojos de los que estaban presentes, se apreció lágrimas por aquellos que ya no están.

 

 

Foto: Nadezhda Hodos, Nataliya Kushchina, Andrés Pino.

 

Traducción: Eduardo Médel

 

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