Beato Andrés Necio por Cristo

En Constantinopla en tiempos de León el Grande (886-912) trabajaba como guardaespaldas el llamado Feognost, hombre rico. Entre los esclavos de Feognost estaba Andrés, de origen eslavo, con costumbres humildes y benévolas. Feognost admiraba a Andrés y fue el que lo educó. Andrés concurría a menudo al templo de Dios, detenidamente estudiaba las Sagradas Escrituras y gustaba de leer vidas de santos. Poco a poco fue creciendo en él el deseo de ofrecer su vida a Dios, y por expreso mandato superior Andrés tomó la decisión difícil y poco común de ser necio por Cristo, pasando a mostrarse como falto de inteligencia.

Como falto de inteligencia, a san Andrés lo ubicaron en el templo de santa Anastasía y allí lo cuidaban. Habiéndosele aparecido la santa mártir Anastasía en sueños lo afianzó en su hazaña, y Andrés comenzó a ser necio por Cristo, pero a tal punto que lo reconocieron como mentalmente incurable y lo echaron del territorio del templo. Luego de esto san Andrés vagaba por las calles de la ciudad sucio, semidesnudo y hambriento. La mayoría de la gente lo trataba de esquivar, algunos se propasaban con él y lo golpeaban. Hasta los indigentes, a quién san Andrés les daba sus ultimas monedas lo aborrecían. Pero san Andrés con paciencia soportaba sus penurias y rezaba por los que lo ofendían.

En resumen no siempre Andrés se presentaba como falto de razón.: en coloquios con su padre espiritual; o con su alumno un rico joven Epifanio con quien Andrés se quitaba la máscara de la neciedad, y entonces se exteriorizaba su profunda sabiduría e inconmensurable belleza espiritual. Por su profunda sumisión y pureza de corazón san Andrés recibió de Dios el don de los milagros y perspicacia. Epifanio aprendió mucho y muy útil de su necio maestro santo y de él oyó la predicción que a su tiempo llegará a obispo y a ser famoso predicador. Y así sucedió.

Cierta vez san Andrés, como el gran apóstol Pablo, fue llevado al tercer cielo y oyó allí palabras no dichas, que los hombres no pueden oír. Allí tuvo la dicha de ver a Nuestro Señor Jesucristo, ángeles y muchos beatos de Dios, sin embargo san Andrés se extrañaba de no haber visto a la Virgen María. Comenzó a preguntar donde está Ella, y le contestaron, que Ella bajó al mundo de muchas penas, para ayudar a los hombres y consolar a los afligidos.

Después de un tiempo Andrés, estando en el templo Blajeru en Constantinopla, tuvo el beneplácito de ver a Virgen María. Esta magnífica visión se recuerda durante la ceremonia del Manto Protector de la Santísima Virgen María. Cuando san Andrés rezaba con Epifanio en el templo, de pronto pareció abrirse el centro del templo y san Andrés vio la Santa Virgen, rodeada de ángeles y santos. Ella rezaba y extendía sobre los piadosos del templo su omofór (manto) ¿Ves a la reina de todos? — preguntó Andrés a su hermano, como si no creyera a sus ojos. “Veo, padre santo, y me estremezco” — contestó Epifanio.

San Andrés falleció a los 66 años de su vida, en el 936. Su vida la describió Nikifor.—presbítero del templo de santa Sofía, padre espiritual de san Andrés y su alumno Epifanio.

KONDAKIO: Hacia la neciedad te volviste voluntariamente, las bellezas de este mundo rechazaste, inteligentemente tu físico menospreciaste, con penitencia, sediento y con calor abrasador o congelado por la lluvia y la nieve, y de otras penurias aéreas nunca te ocultaste, te purificaste como el oro en el crisol, bienaventurado Andrés.

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