​Los Santos Padres

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Existen en la Iglesia algunos santos que fueron teólogos y maestros espirituales. Ellos defendieron y explicaron las doctrinas de la Fe Cristiana. Estos santos se llaman los Santos Padres de la Iglesia y sus enseñanzas se llaman las enseñanzas patrísticas. (La palabra patrística viene de la palabra griega que quiere decir “padre”.)

Algunos de los Santos Padres se llaman Apologetas, porque defendieron las enseñanzas cristianas contra aquellas personas que desde fuera de la Iglesia atacaban o ridiculizaban la Fe. Sus escritos se llaman “apologías”, que quiere decir “respuestas” o “defensas”.

Otros de los santos padres defendieron la fe cristiana contra ciertos miembros de la Iglesia que deformaban la verdad y vida del cristianismo, escogiendo ciertas partes de la revelación y doctrina cristiana, y negando otros aspectos. Aquellas personas que deformaron la fe cristiana y de esta forma amenazaron destruir la integridad de la Iglesia Cristiana se llaman herejes, y sus doctrinas se llaman herejías. Por definición herejía significa “selección”, y un hereje es alguien que elige lo que él desea según sus propias ideas y opiniones, eligiendo ciertas partes de la Tradición Cristiana  y rechazando otras. Por sus acciones un hereje no sólo destruye la plenitud de la verdad cristiana sino que también divide la vida de la Iglesia y provoca separaciones en la comunidad.

Generalmente, la Tradición Ortodoxa considera que los que enseñan herejías no solamente son equivocados o mal guiados o ignorantes. La Iglesia los acusa de estar activamente conscientes de sus acciones, y por lo tanto, en estado de pecado. No se considera como hereje, en el verdadero sentido de la palabra, a la persona que es simplemente mal guiado o equivocado, o que enseña lo que él cree ser la verdad sin que nadie se oponga a sus posibles errores. Muchos de los Santos e incluso de los Padres Santos tienen elementos en sus enseñanzas que cristianos de épocas más tardes han considerado como erróneos o inexactos. Esto, por supuesto, no significa que fueron herejes.

No todos los Santos Padres fueron defensores contra el error o herejía. Algunos fueron ardientes predicadores, y fueron maestros importantes de la fe cristiana, desarrollando y explicando su significado de una manera más profunda y más completa. Otros fueron maestros de la vida espiritual, dando instrucción a los fieles acerca del significado y método de la comunión con Dios mediante la oración y la vida en Cristo. Aquellos otros Padres que se concentraban en la lucha de la vida espiritual se llaman los padres ascetas. El ascetismo se refiere al ejercicio y preparación de los “atletas espirituales”. Los padres que se concentraban en cómo lograr la comunión espiritual con Dios se llaman los Padres místicos. Se define el misticismo como la unión verdadera, experiencial,  con lo Divino.

Todos los Santos Padres, sean teólogos, pastores, ascetas o místicos, entregaron sus enseñanzas a partir de la experiencia de su propia vivencia en Cristo. Ellos defendieron, describieron y explicaron las doctrinas teológicas y los caminos de la vida espiritual de su propio conocimiento vivo de estas realidades. Unieron el brillo del intelecto con la pureza del corazón y la vida excepcionalmente virtuosa. Por esto son considerados Padres Santos de la Iglesia.

Los escritos de los Padres de la Iglesia no son infalibles, y aún más se ha dicho que en las escrituras de algunos de los padres se puede encontrar algunos aspectos que podrían ser cuestionables a la luz de la plenitud de la Tradición de la Iglesia. Sin embargo, globalmente, los escritos de los Padres, están asentados sobre los fundamentos bíblicos y litúrgicos de la fe cristiana vivida, gozan de una gran autoridad dentro de la Iglesia Ortodoxa y son fuentes fundamentales para la profundización de la doctrina de la Iglesia.

Los escritos de algunos de los padres que han recibido la aprobación y alabanza universal de la Iglesia durante los siglos son de particular importancia. Entre ellos cuentan los de Ignacio de Antioquía, Ireneo de Lyon, Atanasio de Alejandría, Basilio el Grande, Gregorio de Nisa, Gregorio Nacianceno (llamado el Teólogo), Juan Crisóstomo, Cirilo de Alejandría, Cirilo de Jerusalén, Máximo el Confesor, Juan de Damasco, Focio de Constantinopla y Gregorio Palamás, así como  los padres ascetas y espirituales como San Antonio de Egipto, Macario de Egipto, Juan Clímaco, Isaac de Siria, Efrem de Siria y Simeón el Nuevo Teólogo, entre otros.

A veces suele ser difícil para nosotros leer los escritos de los Padres de la Iglesia ya que frecuentemente los problemas que trataron eran muy complicados y su manera de escribir muy diferente al estilo nuestro. Además, la mayoría de los escritos  espirituales y ascetas provienen de un ambiente monástico, debiendo ser transpuestas a nuestra realidad para que sean comprensibles y útiles para nosotros que no somos monjes o monjas. Sin embargo, es muy importante  leer los escritos de los Padres directamente. Se deben leer lentamente, poco a poco, con pensamiento cuidadoso y mucha consideración,  sin llegar a ninguna conclusión rápida y caprichosa… de la misma manera en que se debe leer la Biblia. Entre los Padres de la Iglesia, los escritos  de San Juan Crisóstomo son muy claros y directos, y muchas personas pueden leerlos, recibiendo gran beneficio si se les da el esmero necesario. También existe la Filocalia, una antología de escritos espirituales, que existen (por lo menos una pequeña parte)traducidos al español, y que con la consideración exigida puede ayudar al cristiano maduro que busca discernimientos más profundos en la vida espiritual.

 

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